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El humor en la España franquista

La risa superó los miedos más comunes en la España franquista


"La especie humana tiene sólo un arma realmente efectiva: la risa. En el momento en que surge la risa, toda nuestra dureza se desploma, toda nuestra irritabilidad y nuestros resentimientos se desvanecen y un espíritu ‘soleado’ ocupa su lugar".

Mark Twain

El humor y el poder tienden a no llevarse bien, sobretodo cuando el poder no es inteligente, sino que es el poder de la fuerza y de las armas. Ese poder no tiene humor. El humor siempre representó un estado de rebeldía y resistencia contra el status quo, una mirada avispada para azuzar conciencias, un acto de protesta escondido tras una sonrisa.

Dijo Enric Sió que la historia de la España de la posguerra estaba reflejada, semana a semana, en las páginas de Pulgarcito y es que el tebeo de posguerra es un magnífico documento de las miserias de la España franquista que logró burlar la misma censura.

La Dictadura de Franco fue un período difícil también para el tebeo Español. Sin embargo, tras los tebeos de propaganda política, historietistas entonces jóvenes como Cifré, Contí, Escobar y Nadal, por citar unos pocos, pusieron las bases de una historieta que burla burlando, fue un verdadero retrato social de la época, un retrato de la realidad que veían a su alrededor.

En aquella realidad monótona y depresiva, al menos para la mayoría de la gente en esos años, surgió otra realidad alternativa y consoladora, un lugar donde la vida resultaba más justa, segura y, en suma, feliz: El Tebeo de Humor.

El tebeo con el cine fue el supremo arte de los sueños, fueran negros, grises o blancos; optimistas o pesimistas; naturalistas o fantásticos. No puede extrañar, pues, que el tipo de historieta que más cautivó a las multitudes fuera aquella que les ha ayudó a evadirse de lo cotidiano, o al menos a interpretarlo con un sentido más seductor que el de la simple realidad. En los años cuarenta, y finales de los cincuenta del siglo pasado, época en que el arte de la historieta alcanzó su plenitud en nuestro país.



La historieta alcanzó una posición indiscutible en la cultura popular de esos años. Quizá por ello ha sido desdeñada, como algo indigno de serio debate. Mientras que sus principales elementos integrantes (concepción, dibujo, caricatura y escritura, entre otros) han recibido trato académico por separado, la combinación de todos ellos ha obtenido un lugar insignificante en el mundo literario y en el artístico y ello a pesar de estar reconocida en el ámbito mundial como arte, en nuestro país, incomprensiblemente, ocupa un lugar que no se corresponde con el que debería ocupar.



¿Quién no recuerda nombres como DDT , Tiovivo o Can Can? Páginas y páginas llenas de personajes que ya forman parte de nuestra historia cultural y de la del país.

Eran publicaciones para niños pero niños mayores. El tiempo ha dejado claro que no se trataban de un simple divertimento para niños, pero ¿y ahora? Por motivos comerciales y culturales, todos aquellos personajes dejaron de existir. La democracia trajo sus propios personajes, muy distintos de los anteriores, pero los nuevos no han sido capaces de sustituirlos.

En la actualidad, la industria del tebeo es totalmente distinta a la de aquella época. Ya no se llevan las revistas del estilo de las mencionadas, con historias cortas de diversos personajes. El tebeo autóctono no está pasando por un buen momento. Nuestros dibujantes ha habido de adaptarse a la estética yanki o a la del manga para poder sobrevivir. Sin embargo, el declive de nuestra historieta ya comenzó cuando Vértice importó, masivamente, el tebeo de superhéroes.

Que lejos queda la época de mayor esplendor de nuestra historieta, durante los años cincuenta y sesenta, cuando la producción editorial española de tebeos alcanzaba tiradas de cientos de miles de ejemplares. Y si a ello añadimos que se estimaba que cada tebeo era leído por más de diez personas diferentes, podemos hacernos una idea de la importancia que este medio tuvo en la Sociedad española

Manuel López