Cualquier ejercicio de crítica, por modesto que sea, exige colocarse a una mínima distancia. Cualquier análisis resulta siempre perjudicado si se efectúa desde el meollo del asunto, y así me siento cuando me propongo presentar lo que por aquí se hace en lo que se ha dado en considerar comoun ejercicio de nostalgia.
Seré sincero. Tengo que ser sincero con el lector, ya que es quien soporta estas neuras. Tengo que ser sincero con el lector, ya que es quien soporta estos textos.
Todos tenemos una colección que recordamos con cariño y que de encontrarla hoy seguramente compraríamos y la mía fue y es el Guerrero del Antifaz. Nos pasa, al menos a mí me ocurre, que tenemos una gran tendencia a pensar que lo que nos ha sucedido le ha sucedido a todo el mundo.
Realmente mi juventud coincidió con unos años que el tiempo y la historia dicen que fueron agitados e interesantes, muy distintos respecto a lo que ha pasado después en el mundo, con lo cual no descarto que al evocarlo pueda sentir nostalgia. Pero el hablar sobre tebeos no es un culto a la nostalgia”. Uno, cuando escribe, trata de escribir sobre personajes a los que, por una causa u otra, les tengas cariño. No es solo volver la vista atrás hacia aquella época de juegos y lecturas en la calle al atardecer, de llamadas a gritos con que nuestras madres nos llamaban a merendar. Quiérase o no, una y otra vez, la figura de El Guerrero del Antifaz un referente inevitable cuando se trata de hablar de la historieta española.
El Guerrero no había vuelto, pero se estaba reimprimiendo. Otra vez más. ¿Por qué?
¿Por qué El Guerrero del Antifaz, y no otros personajes, se ha convertido en mito vivo tras páginas y páginas?. El Guerrero ha sobrevivido a las modas cuando él dejó de serlo. Ni el cómic europeo, ni el manga, ni los superhéroes, ni la TV han apagado su llama en el recuerdo del aficionado. Pero hablemos del mito.
El Guerrero del Antifaz nace de las inquietudes artísticas de un irrepetible Manuel Gago, crece porque aporta frescura, deslumbrantes momentos épicos, calidad y originalidad en el lugar común pero su longevidad nos lleva a preguntarnos qué es lo que lo mantiene vigente hoy en la memoria del aficionado. Mantenerse es mucho más difícil que llegar. El lápiz de Manuel Gago hizo posible el milagro. Más ¿por qué esas páginas vuelven a enganchar, reedición tras reedición?
En los años de posguerra necesitábamos sueños, necesitábamos soñar, y El Guerrero del Antifaz vertebró, en torno a su persona, un material que estaba ahí. Su creador fue capaz de vampirizar y absorber de modo natural e imaginativo los elementos de la aventura y de la épica.
En El Guerrero del Antifaz se combinan los ingredientes clásicos de la aventura (acción, amor y deseo, riesgo, codicia, amistad, odio...) con los elementos propios del registro épico (mujeres hermosas y llenas de peligrosas sorpresas, violencia cotidiana - en muchas ocasiones sanguinaria, héroes musculosos, situaciones imposibles pero fascinantes).
Pero, ¿por qué El Guerrero y no otro? Ha llegado el momento de retornar al lugar común, a la tradición -a veces subconsciente- acumulada. Los temas del arte no son escasos pero hay que convenir en que son limitados. Con una temática ya inventada sólo la emoción del creador puede permitir una revisitación a las fuentes clásicas. El Guerrero del Antifaz no estuvo solo, hubo otros Guerreros pero, al final, sólo él ha permanecido.
El Guerrero del Antifaz no es un personaje más en el Olimpo del tebeo posbélico, es "EL" personaje.
Viendo lo que aún hoy todavía se publica sobre el personaje, nos irrita, nos solivianta ¿Por qué no permiten que muera en paz?. El Guerrero fue para muchos la esencia del género que demandaban nuestros sueños; casi, casi su definición. El Guerrero del Antifaz es el mito.