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Los cromos del Guerrero del Antifaz
El Guerrero del antifaz
24.11.08 -
GARCÍA MARTÍNEZ
Será que cada tiempo trae y, lo que es peor, nos impone su afán. He pasado por la Feria del Libro de las casetas ambulantes -que viene, por cierto, más nutrida que la oficial-, y he comprado a los nietos, que para eso están las criaturicas, dos álbumes de cromos. Uno de Bambi, para la nena, y otro, de unos muñecos que se llaman Los Increíbles, pero que no tengo ni idea de qué madre sería la que los parió. Y se da la circunstancia de que me he frustrado un tanto, porque los cuadernos vienen acompañados de doscientos cincuenta cromos cada uno.
Está claro que el negocio, con esa modalidad, carece de emoción. Nos hemos acostumbrado a que a los niños de la democracia haya que dárselo todo masticado. Y así nos va, prisioneros como están de la tele. Ya sé que la tentación del viejo es añorar lo pasado. Pero es que las estampas de entonces no tienen que ver con estas de ahora. Los zagales de la postguerra lo pasábamos chanchi, coleccionando los cromos de El Guerrero del Antifaz, por poner un buen ejemplo. Y digo coleccionando. Moviéndonos de acá para allá, con la ilusión en el cuerpo, procurándonos unos céntimos para comprar siquiera un sobrecico de aquellos que se vendían junto a las chufas, los tramusos y las pipas. Y lo mejor de todo, hacíamos intercambios con los cromos que nos salían «repes», que no eran pocos.
Aquella era una actividad infantil en cierta manera educativa. Había que hacer al menos un pequeño esfuerzo, animados por estímulos ilusionantes y, por lo mismo, benéfico para el cuerpo y para el espíritu. Los cromos más apreciados eran los que traían la cabeza de los personajes en primer plano: Fernando, Zoraida, el Pirata Negro y, sobre todo, El Guerrero o Ali Khan, que eran los adalides de los dos únicos partidos que permitía Franco. Cada uno de estos cromos valía cinco de los otros. Y quienes lograban dos eran los reyes del mambo y de la felicidad suprema.
-¡Voto a Bríos! -gritaba el del antifaz, espada en mano.
Y nosotros contestábamos:
-¡Duro con ellos, que son de manteca!
Artículo extraído de aquí:
http://www.laverdad.es/murcia/20081124/opinion/guerrero-antifaz-20081124.html